El ajedrez es una hermosa disciplina, pero puede ser desafiante. Ese desafío tiene dos caras: para quienes somos profesores y también para nuestros alumnos.
En ambos sentidos, el ajedrez encierra mucha teoría y, además, requiere combinar el aprendizaje con una constante práctica; es decir: vamos aprendiendo ajedrez y, al mismo tiempo, vamos tratando de aplicar esa enseñanza desde nuestros primeros partidos.
Tanto alumnos como profesores debemos tener ciertas condiciones previas. En cuanto a la experiencia de aprender por el lado del alumno, es tan importante una actitud orientada al trabajo mental como las ganas de aprender.
La disponibilidad de tiempo es otra cosa fundamental y, por supuesto, pasión para poder empezar con los primeros partidos de ajedrez. En este último punto, es bastante clave y algo que siempre le recalco a mis alumnos lo siguiente: el resultado debe quedar en un segundo plano. No importa la derrota, no importa la victoria y no importa el empate, al menos no en el sentido que erróneamente le queremos dar a estos partidos de ajedrez experimentales.
Sólo para que se tenga en cuenta, incluso el campeón del mundo de ajedrez, Magnus Carlsen, pierde varios partidos al mes, tanto en competencias oficiales, como también en partidas amistosas, ¡y si el campeón del mundo pierde, significa que quien está aprendiendo puede y debe perder muchos partidos!. La comprensión de esto último es uno de mis pequeños secretos, que trato de inculcarles a mis alumnos de ajedrez inicial, de toda edad, para ayudarles a progresar y a no frustrarse inicialmente, cuando la expectativa de resultados a corto plazo a veces les hace chocar con otra realidad.
¿Cómo puedo saber si el ajedrez es para mí, si seré capaz de dominarlo y de progresar?
Si bien cada persona tiene sus propias capacidades, la respuesta sigue siendo para mí un misterio. No se puede saber a ciencia cierta quién logrará progresar y quién no. Pero, hay algo que sí puedo asegurar, luego de varias décadas de experiencia enseñando: la clave principal radica en el entusiasmo y las ganas de aprender los contenidos que se entregan, más allá de si jugaremos realmente bien o si solamente seremos jugadores ocasionales, con sus naturales defectos.
En otras palabras: no pienses en el resultado final, mejor disfruta el camino del ajedrez y serás un ajedrecista satisfecho.
Desde el punto de vista de un profesor de ajedrez, tenemos diferentes perfiles, dependiendo de si hablamos de un profesor para talleres escolares, para aprendizaje orientado al deporte, para alto rendimiento, o como actividad social para adultos. Cada uno de estos perfiles requiere de distintas metodologías y, por supuesto, los contenidos tendrán distintas profundidades. Sin embargo, podemos decir que hay atributos comunes para todos ellos.
- Se debe contar con un amplio conocimiento teórico del juego del ajedrez y también tener muchísima cultura general en términos de su historia, sistemas de competencias, formatos de actividades, capacidad organizativa, etc.
- Se debe tener buena capacidad de oratoria y de manejo del lenguaje.
- Se debe ser generoso con las explicaciones y también a la hora de responder dudas, preguntas, etc.
- Se debe preparar correctamente el material de cada clase.
- Se debe contar con herramientas propias del ajedrez, de tipo audiovisuales, técnicas, computacionales, etc.
- Se debe disponer de una metodología de enseñanza que sea coherente con el nivel del alumno y con una cronología adecuada para ir avanzando en complejidad y cantidad información.
Como vemos, tanto alumnos como profesores de ajedrez debemos contar con ciertos requisitos, atributos y actitudes previas para lograr nuestros objetivos, no importa si se busca la excelencia en el juego o si solamente se quiere tener un hobbie ocasional.
¡Siempre podrás encontrar el profesor indicado si lo buscas! Ahora bien, si te quieres dedicar a enseñar ajedrez, comienza por aprender muchísimo del juego, llenar posibles lagunas, aprender técnicas de otros buenos divulgadores del ajedrez y, cuando sientas que estás preparado, entonces puedes empezar desde abajo a enseñar.
¡Éxito a todos los alumnos de ajedrez y a sus profesores!